Inauguran el El Árbol de las mil voces, una obra de Daniel Hourde
Este 28 de marzo el escultor Daniel Hourde instala su escultura L’Arbre aux mille voix (El Árbol de las mil voces) su más reciente pieza en acero inoxidable y pulido espejo que alcanza los 12 metros de altura. Se trata de un árbol de follaje literario, una obra poética como metáfora de nuestra libertad de […]
Este 28 de marzo el escultor Daniel Hourde instala su escultura L’Arbre aux mille voix (El Árbol de las mil voces) su más reciente pieza en acero inoxidable y pulido espejo que alcanza los 12 metros de altura.
Se trata de un árbol de follaje literario, una obra poética como metáfora de nuestra libertad de pensamiento y expresión. La obra estará en El Pont du Carrousel —un puente que cruza el río Sena en la ciudad de París— y la inauguración será a las 18 horas –horario de Francia— y podrá verse en ese lugar hasta el 21 de mayo del 2024.
“Este árbol es una metáfora de la libertad de expresión ya que está formado por una cantidad de libros acumulados, grabados con textos de autores del mundo entero, escritos en todas las lenguas, cuyas hojas de acero brillan y tiemblan. Su temblor evoca la fragilidad de las ideas frente a los dogmatismos. Las hojas se renuevan cada año, como las páginas que salen volando, como las ideas viajan, mensajeras de un porvenir encantador· advierte Daniel Hourde en su comunicado de prensa.
Esta esperanza anunciada por los reflejos, los desequilibrios y la caducidad revelada por el espejo son temas recurrentes en la obra de Daniel Hourdé.
Un árbol de 12 metros constituido por un ramaje que son un sinfín de libros, símbolo de la palabra como fuerza y libertad, ramas acumuladas y grabadas con textos de autores del mundo entero, escritos en todas las lenguas. Su espesura son también ideas acumuladas en las hojas de láminas de acero que brillan y tiemblan, evocando su fragilidad frente la intolerancia.
En el follaje de este L’Arbre aux mille voix están autores con obras como La llama doble de Octavio Paz; La Celestina de Fernando de Rojas; Bodas de sangre de ederico García Lorca; Libro del desasosiego Fernando Pessoa; La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes; En busca del tiempo perdido de Marcel Proust; De perfil de José Agustin; Crónica de una muerte anunciada de Gabriel Garcia Marquez; Santa María de las Flores de Jean Genet; La vagabonde de Colette; Una vida violenta de Pier Paolo Pasolini; Eugénie Grandet de Honoré Balzac; Memoria de ultratumba de René de Chateaubriand; Una habitación propia de Virginia Woolf; El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, El proceso de Franz Kafka; Amok de Stefan Zweig; La Realidad del Alma de Carl Gustav Jung; Tratado de la desesperación de Søren Kierkegaard; La insoportable levedad del ser de Milan Kundera; La tentación de existir de Emil Cioran; El enemigo de Irène Némirovsky; La sonata a Kreutzer de León Tolstói; Les amours interdites de Yukio Mishima; Nuevas historias extraordinarias de Edgar Allan Poe; París es una fiesta de Ernest Hemingway o Las afinidades electivas de Goethe.
En este árbol está la representación totémica de la fertilidad, la sabiduría y el conocimiento ante un follaje literario tan impresionante.
Desde este jueves 28 de marzo los paseantes de París que caminen por el Pont du Carrousel en el Quai Voltaire, no verán un espejismo sino un inmenso árbol de de metal brillante que brilla bajo el sol y que llevará en sus hojas casi toda la literatura, poesía y filosofía del mundo, en todas sus lenguas, en todos los temas del hombre y su condición humana.
Ante el espectador las ramas de L’Arbre aux mille voix parecerán moverse, como llevadas por el viento. Las palabras volarán pero a la vez quedarán estáticas en esos libros históricos de la humanidad; en cada follaje de este árbol está formado por cientos de libros, cuyas páginas se escapan y parecen volar en condición efímera.
En él queda manifiesto que la escritura es la clave de la libertad, porque lo escrito resiste a la adversidad, como el árbol revela su capacidad de resistencia, adaptación y resiliencia; su follaje se dobla, se retuerce, pero no se rompe, frente al viento de la intolerancia como las hojas de los libros.
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